miércoles, 15 de junio de 2011

Veu en off del vídeo.

Es como si de repente, todo fuese más lento. Todo lo que gira, se parara cuando estás sola. El café de la mañana se congela. El viento queda encerrado en una caja de cartón. Los puños de tus manos se abren. Te haces pequeñita, pequeñita y los zapatos te pesan como el plomo. Y entonces te detienes.

Y formulas frases sin sentido, con un interrogante al final. Es fácil. Todo, absolutamente todo lo que te pasa por la cabeza, es cuestionable. Sólo necesitas buscar tu razón de vivir. Sí, tu razón de vivir. Por lo que despiertas cada mañana, ¿no? Y por lo que mueres cada noche.

Tienes ganas de gritar, pero alguien te borró la boca con una goma de carboncillo. Y solamente puedes escuchar el aire. O dibujarte otra vez, a mano alzada y sin errores. Sabes de lo que te hablo, ¿no? De crear el momento en el que el aire sea el que te escuche a ti.

Y corres, corres nerviosa. Corres porque se te acaba el tiempo, porque cada vez hay menos, y tú tienes más ganas. Qué fácil resulta ir dejando huellas y seguir las de los demás. Pero lo complicado es más arriesgado, es más vivir. Es libertad. Significa ser tú.

No esperes que nadie más lo comprenda, no te justifiques. Quien quiera, ya lo habrá entendido con solo oírte respirar. Volar. ¿Lo has intentado alguna vez? Llevas demasiado tiempo desplumada. Vamos. Un salto. Una pequeña carrerilla. Sube. Huye.

Tienes ganas de gritar pero callas. Me entiendes, ¿no?

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